OFICIO DE LECTURA
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires. Aleluya.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: TESTIGOS DE AMOR
Testigos de amor
de Cristo Señor,
mártires santos.
Rosales en flor
de Cristo el olor,
mártires santos.
Palabras en luz
de Cristo Jesús,
mártires santos.
Corona inmortal
del Cristo total,
mártires santos. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.
Salmo 38 I - SÚPLICA DE UN ENFERMO
Yo me dije: vigilaré mi proceder,
para que no se me vaya la lengua;
pondré una mordaza a mi boca
mientras el impío esté presente.
Guardé silencio resignado,
no hablé con ligereza;
pero mi herida empeoró,
y el corazón me ardía por dentro;
pensándolo me requemaba,
hasta que solté la lengua.
Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis años,
para que comprenda lo caduco que soy.
Me concediste un palmo de vida,
mis días son nada ante ti;
el hombre no dura más que un soplo,
el hombre pasa como pura sombra,
por un soplo se afana,
atesora sin saber para quién.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.
Ant. 2. Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.
Salmo 38 II
Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Tú eres mi confianza.
Líbrame de mis iniquidades,
no me hagas la burla de los necios.
Enmudezco, no abro la boca,
porque eres tú quien lo ha hecho.
Aparta de mí tus golpes,
que el ímpetu de tu mano me acaba.
Escarmientas al hombre
castigando su culpa;
como una polilla roes sus tesoros;
el hombre no es más que un soplo.
Escucha, Señor, mi oración,
haz caso de mis gritos,
no seas sordo a mi llanto;
porque yo soy huésped tuyo,
forastero como todos mis padres.
Aplaca tu ira, dame respiro,
antes de que pase y no exista.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.
Ant. 3. Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás. Aleluya.
Salmo 51 - CONTRA LA VIOLENCIA DE LOS CALUMNIADORES
¿Por qué te glorías de la maldad
y te envalentonas contra el piadoso?
Estás todo el día maquinando injusticias,
tu lengua es navaja afilada,
autor de fraudes;
prefieres el mal al bien,
la mentira a la honradez;
prefieres las palabras corrosivas,
lengua embustera.
Pues Dios te destruirá para siempre,
te abatirá y te barrerá de tu tienda;
arrancará tus raíces
del suelo vital.
Lo verán los justos, y temerán,
y se reirán de él:
«Mirad al valiente
que no puso en Dios su apoyo,
confió en sus muchas riquezas,
se insolentó en sus crímenes.»
Pero yo, como verde olivo,
en la casa de Dios,
confío en su misericordia
por siempre jamás.
Te daré siempre gracias
porque has actuado;
proclamaré delante de tus fieles:
«Tu nombre es bueno.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás. Aleluya.
V. Dios resucitó a Cristo de entre los muertos. Aleluya.
R. Para que nuestra fe y esperanza se centren en Dios. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Juan 2, 18-29
EL ANTICRISTO
Hijos míos, ésta es la hora última. Habéis oído decir que va a venir el anticristo. Pues bien, ahora se han levantado muchos anticristos. Por eso conocemos que ésta es la hora postrera. De entre nosotros han salido, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían quedado con nosotros. Con esto se da a conocer que no todos son de los nuestros. Vosotros, en cambio, poseéis la unción que viene del Santo, y todos los sabéis.
Os escribo, no porque no conozcáis la verdad, sino porque la conocéis y porque sabéis que ninguna mentira tiene su origen en la verdad. ¿Quién es el que miente sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Quien niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien reconoce al Hijo posee también al Padre.
Vosotros, en cambio, procurad manteneros en la doctrina que desde un principio escuchasteis. Si en vosotros permanece la doctrina que oísteis desde el principio, permaneceréis en el Hijo y en el Padre. Y ésta es la promesa que él nos hizo: la vida eterna.
Os escribo la presente a propósito de los que intentan induciros al error. La unción que de él habéis recibido permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe. Como su unción os instruye en todas las cosas (y es verídica y no mentirosa) ,permaneced en él, tal como él os lo enseñó. Y ahora, hijos míos, permaneced en él, para que, cuando se manifieste, cobremos plena confianza y no nos apartemos de él, confundidos, en su advenimiento.
Si sabéis que él es justo, sabéis también que todo el que practica la justicia ha nacido de él.
RESPONSORIO 1Jn 2, 27; Jl 2, 23
R. La unción que de Dios habéis recibido permanece en vosotros, * y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe, sino que su unción os instruye en todas las cosas. Aleluya.
V. Alegraos, gozaos en el Señor vuestro Dios, que os dará el maestro de la santidad.
R. Y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe, sino que su unción os instruye en todas las cosas. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De las Actas del martirio de los santos Justino y compañeros
(Cap. 1-5: cf. PG 6, 1566-1571)
HE ABRAZADO LAS VERDADERAS ENSEÑANZAS DE LOS CRISTIANOS
Aquellos santos varones, una vez apresados, fueron conducidos al prefecto de Roma, que se llamaba Rústico. Cuando estuvieron ante el tribunal, el prefecto Rústico dijo a Justino:
«Antes que nada, profesa tu fe en los dioses y obedece a los emperadores.»
Justino respondió:
«No es motivo de acusación ni de detención el hecho de obedecer a los mandamientos de nuestro Salvador Jesucristo.»
Rústico dijo:
«¿Cuáles son las enseñanzas que profesas?»
Respondió Justino:
«Yo me he esforzado en conocer toda clase de enseñanzas, pero he abrazado las verdaderas enseñanzas de los cristianos, aunque no sean aprobadas por los que viven en el error.»
El prefecto Rústico dijo:
«¿Y tú las apruebas, miserable?»
Respondió Justino:
«Así es, ya que las sigo según sus rectos principios.»
Dijo el prefecto Rústico:
«¿Y cuáles son estos principios?»
Justino respondió:
«Que damos culto al Dios de los cristianos, al que consideramos como el único creador desde el principio y artífice de toda la creación, de todo lo visible y lo invisible, y al Señor Jesucristo, de quien anunciaron los profetas que vendría como mensajero de salvación al género humano y maestro de insignes discípulos. Y yo, que no soy más que un mero hombre, sé que mis palabras están muy por debajo de su divinidad infinita, pero admito el valor de las profecías que atestiguan que éste, al que acabo de referirme, es el Hijo de Dios. Porque sé que los profetas hablaban por inspiración divina al vaticinar su venida a los hombres.»
Rústico dijo:
«Luego, ¿eres cristiano?»
Justino respondió:
«Así es, soy cristiano.»
El prefecto dijo a Justino:
«Escucha, tú que eres tenido por sabio y crees estar en posesión de la verdad: si eres flagelado y decapit ¿estás persuadido de que subirás al cielo?»
Justino respondió:
«Espero vivir en la casa del Señor, si sufro tales cosas, pues sé que, a todos los que hayan vivido rectamente, les está reservado el don de Dios para el fin del mundo.»
El prefecto Rústico dijo:
«Tú, pues, supones que has de subir al cielo, para recibir un cierto premio merecido.»
Justino respondió:
«No lo supongo, lo sé con certeza.»
El prefecto Rústico dijo:
«Dejemos esto y vayamos a la cuestión que ahora interesa y urge. Poneos de acuerdo y sacrificad a los dioses.»
Justino dijo:
«Nadie que piense rectamente abandonará la piedad para caer en la impiedad.»
El prefecto Rústico dijo:
«Si no hacéis lo que se os manda, seréis atormentados sin piedad.»
Justino respondió:
«Nuestro deseo es llegar a la salvación a través de los tormentos sufridos por causa de nuestro Señor Jesucristo, ya que ello será para nosotros motivo de salvación y de confianza ante el tribunal de nuestro Señor y Salvador, que será universal y más temible que éste.»
Los otros mártires dijeron asimismo:
«Haz lo que quieras; somos cristianos y no sacrificamos a los ídolos.»
El prefecto Rústico pronunció la sentencia, diciendo:
«Por haberse negado a sacrificar a los dioses y a obedecer las órdenes del emperador, serán flagelados y de-capitados en castigo de su delito y a tenor de lo establecido por la ley.»
Los santos mártires salieron, glorificando a Dios, hacia el lugar acostumbrado y allí fueron decapitados, coronando así el testimonio de su fe en el Salvador.
RESPONSORIO Cf. Hch 20, 20. 21. 24; Rm 1, 16
R. No he ahorrado medio alguno al insistiros a creer en nuestro Señor Jesús; * a mí no me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios. Aleluya.
V. No me avergüenzo del Evangelio; es, en verdad, poder de Dios para salvación de todo el que crea, primero de los judíos y luego de los gentiles.
R. A mí no me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios. Aleluya.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, que enseñaste a san Justino a descubrir en la locura de la cruz la incomparable sabiduría de Jesucristo, concédenos, por la intercesión de éste mártir, la gracia de alejar los errores que nos cercan y de mantenernos siempre firmes en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
6:30 pm Templo Parroquial
Sábados
5:00pm Ermita Corazón de María- Urb. Los Caobos
7:00 pm Templo Parroquial (Camino Neocatecumenal)
Domingos
8am Templo Parroquial
10am Templo Parroquial
12m Templo Parroquial
Miercoles a Viernes de 2:30pm a 5:30pm
787-298-4524